Las 50 sombras del pollo frito
Gerald Leon
Hablar de maridajes suena como un problema del primer mundo, y aunque probablemente lo sea, es probable que lo hayas experimentado sin querer queriendo, tal como dice el título de las memorias de Roberto Gómez Bolaños.
Es imposible no pensar en una cerveza —puntualmente, una rica lager— para acompañar papas fritas. Probablemente, lo primero que se nos viene a la mente después de comer papas fritas es tomar algo frío y refrescante para eliminar la sensación salada que queda en el paladar. Sin ir más lejos, lo anterior lo podemos considerar un maridaje, uno que involucra una preparación tan pedestre como las papas fritas. ¿Por qué funciona? El sabor limpio y refrescante de una lager complementa bien la sal y la grasa de las papas fritas, mientras que las burbujas limpian la grasa del paladar, dejándonos listos para el siguiente bocado.
Algo similar sucede con el espumante, estilo de vino que usualmente queda relegado a celebraciones de fin de año, al acompañamiento de ostras, a ser mezclado con otros ingredientes en coctelería o bien a celebraciones de Fórmula 1.
Quizás vuelve a sonar como un problema del primer mundo mencionar que existen muchas variables a la hora de elegir un espumante para acompañar un plato o snacks, ya que este puede ser elaborado mediante una variedad de métodos, estilos, cepas y niveles de dulzor. Quizás se están preguntando en qué momento entra el pollo frito al baile…
Lo primero que tenemos que considerar es que los vinos espumosos son el mejor amigo de la grasa y la fritura. Esto se debe a su característico alto nivel de acidez —en la mayoría de los casos—, ya que esta corta la grasa en el paladar, mientras que las burbujas lo refrescan. Teniendo en cuenta lo anterior, un espumante extra brut o brut, vale decir, con un bajo nivel de azúcar residual, será un gran aliado para el pollo frito elaborado sin mayores condimentos.
El siguiente punto a considerar es un eventual nivel de picante o bien la presencia de sabores agridulces en un plato. ¿Qué sucede si el rebozado del susodicho pollo lleva ají? En ese caso, el panorama cambia, ya que el espumante extra brut o brut del que hablamos en el párrafo anterior sucumbirá ante el picor. En ese caso, un espumante rosé brut, con un mayor nivel de percepción de fruta roja, o bien un Prosecco —estilo de espumante conocido por su frutosidad y sutiles niveles de azúcar residual— harán bien el trabajo.
Por otro lado, la historia será diferente si consideramos el mismo pollo frito, pero cubierto con una salsa agridulce, ya que en ese caso necesitaremos un espumante con un mayor nivel de azúcar residual, como puede ser un demi-sec. El mencionado dulzor en el espumante logrará balancear los sabores del plato, mientras realza el dulzor de la preparación.
“Para gustos, colores”, dicen algunas personas. Corresponde salir a probar espumante con pollo frito y verán que la vida es más sabrosa, mientras, de paso, despeinan el concepto de maridaje.